Si hay algo emblemático al llegar a Chiclana es ese olor a sal que te embriaga, que te envuelve y que informa al turista de que se encuentra en un lugar donde las salinas aún juegan un papel relevante para la localidad. Pero a ello se le suma la tradición vitivinícola que lleva a Chiclana a atravesar las fronteras, y que prestigiosos enólogos se fijen en sus vinos, como es el caso de la guía internacional Robert Parker, o a nivel nacional, apareciendo en la Guía Peñín. Y ello se debe a la excelencia de la calidad de sus vinos.
No hay mejor visita que la de ir a una bodega o a las propias salinas para poder conocer el trabajo que allí realizan o degustar sus productos, pero, a su vez, el centro de la localidad cuenta desde hace ya algunos años con el Centro de Interpretación del vino y la sal, y una visita a este lugar es una de las paradas obligatorias al estar en Chiclana.
Las salas reflejan el trabajo que se realiza en las salinas y en viñedos y bodegas
Y es que, allí se concentra la historia de ambos productos en un céntrico lugar utilizado también para infinidad de actos culturales y para acoger exposiciones temporales. Por un lado, está el espacio dedicado a la sal, ya que el entramado salinero de Chiclana forma parte del Parque Natural de la Bahía de Cádiz. En total, son más de diez mil hectáreas de dunas, playas, caños y marismas. Éstas últimas suponen más del 60% de su superficie. Además, incluye el Paraje Natural Marismas de Sancti Petri, que pertenece por completo al término municipal.
Así pues, la sala se divide en varios ámbitos, donde podemos leer y ver explicaciones más exhaustivas sobre las marismas, el modo de extracción de la sal o sobre el pescado de estero.
Asimismo, también encontramos en el Centro de Interpretación una zona dedicada al vino. La viña chiclanera, ya desde el siglo XVI, posee características propias en la denominación y en las labores que le hacen diferente al Marco de Jerez, por su carácter minifundista, con apenas aranzada y media por explotación y por la particular tradición del reparto de las tierras de labor. Esta sala a su vez, se divide en subsalas, con explicaciones sobre el viñedo, la vendimia, las bodegas o el moscatel y otros vinos de la localidad.
También en la zona dedicada al vino se pueden ver maquetas de bodegas y viñas realizadas con el más sumo cuidado que hacen introducirte en ellas por la perfección con la que están hechas. Además, no podía faltar en el Museo zonas dedicadas a dos imprescindibles de nuestra tierra: el sol y el mar, ya que Chiclana, con más de 3.000 horas de sol al año y su proximidad al mar, definen nuestra viticultura y nuestra tradición salinera.